Hasta siempre
Sup Galeano,
Acuso recibo del mensaje verbal que por medio de un colectivo de medios libres me has enviado. Lamento profundamente tener que responder en público, pero has quemado todo puente de comunicación que habías establecido desde la última conversación que tuvimos hace unos meses, y lo que me has dicho me parece demasiado grave como para dejar pasar. He omitido información sensible, datos actualizados o nombres de personas que de por sí no estén ya mencionadas en los escándalos que tu gente provocó por redes el año pasado.
Antes que cualquier otra cosa, espero que estés bien de salud y que ya estés practicando alguna dieta, aunque no estoy seguro de si esto que menciono es la convención social adecuada para nuestra nueva calidad de enemigos, si es que entendí bien el mensaje y si es que me fue transmitido con plena fidelidad.
No puedo decir nada sobre los otros destinatarios del mensaje, yo respeto su independencia, autonomía y calidades de seres humanos pensantes, será cosa de ellos lo que hacen con la comunicación, no los reduciré a “borregos” destruyendo su dignidad, como tú has hecho.
Durante los últimos años hemos tenido varias desavenencias por las cosas que publicamos en nuestros respectivos espacios. No, no estoy equiparando el valor y peso de lo que tú publicas con lo mío, pero sé generoso y sígueme la corriente un poco para que no me sienta yo demasiado pequeño.
Recuerdo una ocasión en la que preguntando mi opinión sobre la salvaje andanada contra grupos de jóvenes anarquistas en la Ciudad de México, te manifesté que era erróneo adjudicar la beligerante reacción de la gente a lo que tú llamaste “histeria colectiva”, te referí que ese término era propio de una pseudociencia y que no había forma seria de sostener que un episodio de histeria colectiva tuviera las características espaciales y temporales observadas, valga pues, que nadie dura histérico meses, como para adjudicar a ese motivo el comportamiento de esas personas. En su lugar te ofrecí una explicación alternativa, algo relacionado con los procesos de agenticidad y patronicidad que son mecanismos de pensamiento muy básicos en nuestro cerebro, que lo que hacía la gente era encontrar un patrón: donde aparecen anarquistas, después aparece la represión, y que eso era reforzado por la invención de un agente causal, en este caso un complot del Estado, el envío de “infiltrados pagados”.
¿A qué viene esto? Bueno, precisamente a que después, cuando publicas la postura oficial respecto a ese tema, optaste por asumir la causa improbable (la histeria) y desechaste la más razonable (por supuesto, la mía), pero lo genial, lo hermoso diría yo, fue lo que me explicaste: que no es que no tomaras en cuenta lo que postulé, sino que lo tomaste en cuenta para no hacerle caso.
Esa fórmula parece una excusa rápida, pero entendí de inmediato que involucraba una ética de respeto a la opinión que no compartías y que tú decidiste aplicar en este caso para reconocer un valor en lo que desarrollé a pesar de que, por los motivos que fueran, finalmente no te resultara conveniente o útil.
Ese era yo diciendo que tu explicación a ese fenómeno era falsa, insostenible e improbable, un producto de la pseudociencia; y ese eras tú, leyendo con atención y decidiendo hacer lo que de todos modos ya habías decidido pero respetando el valor de mis ideas. Esa ha sido una gran lección y te agradezco mucho por ella.
Ya lo sé, no me debo sentir nada especial, al mismo tiempo que me escribías, consultabas con al menos un centenar más de personas, no seas aguafiestas y deja que me regodeé un rato más con mi experiencia.
Si he entendido bien, en algún momento existió de tu parte una confusión respecto a que mi actividad en redes sociales y lo que escribo en mi blog estaban sujetas a las reglas que has fijado para tus militantes, es decir, para la gente que tienes bajo tu mando y dirección política. He reconocido no solo tu derecho a establecer esas reglas, sino que esas reglas en sí mismas son justas y necesarias para llevar a buen término las iniciativas que son lanzadas; pero también aclaré que no soy militante ni me encuentro bajo tu dirección, de modo que esas reglas no me son aplicables, y que no reconozco estar bajo su “jurisdicción”.
Me llegaste a decir que no debía escribir sobre ciertas personas y que debía enfocarme en refutar a otros, en su momento no calculé que no me estabas sugiriendo algo, sino instruyendo sobre qué, cómo y contra quién actuar. Mi simpatía por ti me cegó y no me dejó hacer lo que debí: rechazarte.
La comunicación no fue fácil en lo que siguió, especialmente por esa confusión respecto a que yo estaría faltando a mis deberes militantes, y también a que los intermediarios que solías enviar sufren de una doble afección, son torpes para pasar recados, por un lado, y por otro, siendo francos, eres tan claro para explicar lo que quieres como un críptico acertijo de Calabozos y Dragones. En nada ayudó la agresión verbal a punta de difamación e insultos que en febrero del año pasado se le ocurrió llevar a cabo a Sergio Rodríguez Lascano, quien como es ampliamente sabido, no respira sin que tú se lo autorices. Me cansé de preguntar si esa agresión obedecía a algo que quisieras comunicarme, pero no obtuve respuesta, especialmente preocupante fue que el fondo de lo que Sergio sostenía, era un intento por “bajarme los humos” y que yo reconociera que como individualidad, mi pensamiento no valía nada, y que sólo valía el pensamiento crítico cuando se daba en colectivo, lo cual me pareció, a riesgo de equivocarme, un reforzamiento de la idea de que mi actividad pública debía estar regida por tus mandatos. Los insultos no tardaron en extenderse a mis amigos y familiares por parte de Sergio a lo largo de diversas publicaciones mías en las secciones de comentarios.
Le pregunté directamente a Sergio si su agresión gratuita era a título personal o en nombre de algún colectivo, después de mucho insistir, me dijo en un comentario en Facebook que actuaba a título personal. Le pregunté cuál era su objetivo, si quería enseñarme alguna lección, o si quería comunicar algo, o “sentar algún punto”, que podía decírmelo abiertamente y lo escucharía con respeto. Fueron días de aguantar insultos, burlas y tergiversaciones, solo terminó hasta colmó mi paciencia y lo mandé al diablo. Después de alguna publicación mía, hablando de “los enanos intelectuales”, te comunicaste preguntando si hablaba de ti, o si solo de Sergio, te respondí que no en particular sobre él, pero él y gente como él, y que no estabas tú incluido en esa “lista”, no me dijiste más y posteriormente continuaron unas pocas comunicaciones sin que mencionaras algo al respecto.
Me preocupa que ahora resulta que siempre sí molestó que tuviera mi revancha con la agresión de Sergio (mientras no reciba un ofrecimiento de disculpas de su parte, sus ofensas siguen en pie), ¿entonces sus agresiones personales las van a asumir como colectivo cuando quien se defienda lo ponga en su lugar? ¿Un año después me dices que siempre sí les molestó, a pesar de haber tenido varias comunicaciones donde pudiste decirme algo? ¿Debía yo imaginar que primero muestras indiferencia y luego me la ibas a cobrar? Me pediste que te ayudara con algo muy delicado en un futuro próximo, ya a sabiendas del problema con Sergio, ¿y ahora me sales con que siempre sí estabas enojado? ¿Cambió tu consideración sin avisarme por la situación de salud de Sergio? ¿Acaso yo soy responsable de que toda su vida haya sido un alcohólico y ahora su salud deteriorada sea empleada como excusa para que él agreda sin que nadie se pueda defender? ¿Me estás diciendo que por capricho él puede dedicarse a insultar a personas y nos tenemos que aguantar, y si se nos ocurre defendernos, nos haremos enemigos del EZLN? Perdóname, pero ¿estás fukin out of yur maind? ¿En serio es por eso o hay algo más? ¿No fue por aquello de #LaReligiónEsReligión? ¿Te ofendió eso? ¿Me convirtió en contra? ¿Acaso no tengo el derecho a sentirme indignado cuando por ignorancia menosprecias y burlas las luchas y muertes de secularistas en varias partes del mundo cuyo único medio de comunicación son las redes sociales? Me gusta pensar que ni siquiera sabías de sus existencias, y por tanto no pensabas en ellos cuando escribiste esa aberración, pero yo sí, y estoy seguro que muchas otras personas también, y si me hace “contra” mi más genuino dolor e indignación, qué remedio, que así sea entonces.
Creo que fue a raíz de todos aquellos primeros eventos que se degradó la relación. Si fueron planeados por ti, falló terriblemente la reacción que en mí esperabas causar; si fueron producto de la iniciativa por envidia y celo de Sergio, me sorprende el poder manipulador que puede llegar a tener una persona con tan bajo coeficiente intelectual.
Sea de eso lo que fuere, voy a otro punto. En el último año nos hemos colocado en una coyuntura distinta a la de tiempos pasados, la dimensión e importancia de la iniciativa CNI-EZLN, que de manera parcial y demasiado anticipada me comentaste, me obligó a replantear mi postura ante el movimiento.
Esta es la primera vez en más de un siglo que un movimiento nacional se forma para desafiar tanto a la organización del modo de producción como a las estructuras de poder donde se lleva a cabo la política, esto no es cualquier cosa, ustedes decían que es quizás lo más grande que han hecho desde 1994, yo puedo afirmar que es lo más grande que se ha visto desde 1910.
He considerado que la mayor oposición pública a esta iniciativa vendrá de la “ciudadanía”, esa gigantesca masa de personas que se identifican como electores, esos que padecen el delirio de creer que deciden los rumbos de la nación a través de las mediaciones y representaciones que, para algunos pocos como nosotros, son en realidad el lastre heredado de un pasado en el que la relación entre las esferas de la economía y la política estaban guiadas por la negociación; el desarrollo del neoliberalismo la destruyó convirtiendo a la política en una esfera sin alma, y a la clase mediadora que antes estaba llena de parásitos útiles, en parásitos inútiles en un mundo donde nada se puede ya convenir con la esfera de la economía.
He observado que el vínculo entre el elector y la ilusión de elección tiene la misma naturaleza que la relación entre creyente y religión, no es accidental que los mediadores y representantes se paseen por la arena política presumiendo de dotes sobrenaturales para resolver las problemáticas sociales, y que su carisma y lenguaje sea el mismo que el de pastores embaucadores al recolectar dinero durante una misa. La actitud del elector es la de despojarse a sí mismos de toda capacidad de crítica, suplican por el engaño, se convencen no sólo de la bondad sobrenatural del aspirante a mediador, sino que se niegan a ellos mismos la posibilidad de vida política fuera del sistema de representación.
No importa cuán absurdo resulten los dichos del representante, ni qué tan risibles sea su programa, el elector fabrica para sí una fantasía de perfección que se transforma en tabú. El problema aquí es que no importa realmente cuánto se diga en contra del representante, su programa, ni el sistema de representación mismo, el elector no permite el ingreso de argumentos dentro de un proceso de pensamiento viciado por el delirio de la irracionalidad que lo ha enajenado perversamente.
Lo que veo, pues, es que el problema es más complejo que juntarnos para vencer al opresor, el opresor cuenta con nosotros mismos para asegurar la permanencia del sistema. Así que hay algo subyacente a esa manifestación externa de explotación y represión, y se encuentra en la mente misma de los oprimidos, porque lo son a pesar de ser manifiestamente contrarrevolucionarios, sí, siguen siendo oprimidos, y siguen siendo seres humanos por quienes vale la pena el esfuerzo de prestarles atención.
Por mi amplia experiencia debatiendo con ellos, tengo la convicción de que el elector solo puede ser convencido de hacerse consciente de su condición de enajenación, no por medio de una confrontación directa con su irracionalidad, sino por medio del ejemplo de las ventajas, si no virtudes, de la libertad y la racionalidad.
La aspiración de libertad, la participación directa en la construcción colectiva de tu destino, el desvanecimiento de los tabúes, la efectiva igualdad, el veto a las vanguardias, el renacimiento de la persona desde los despojos del individuo… pensé, qué tal mostrar una probadita de ello al elector, una demostración de fruta real del paraíso que podemos construir y no solo soñar. Qué mejor elemento para exhibir que la ausencia de dominación, el vacío de respeto a lo sagrado, al líder, al programa, mostrar las bondades del libre examen de ideas, mirar al elector y decirle: mira, esto es posible de hacer aquí, ¿tú puedes hacer lo mismo allá? ¿Tú puedes decir a tu Partido y ser escuchado con respeto cuando cuestiones el camino, una candidatura o la pertinencia del programa? ¿Tú puedes decir a tu candidato, o líder, que ha cometido un grave error en una negociación o en una declaración? Pues echa ojo acá, porque en la construcción colectiva del futuro de este lado, tu palabra no está abolida.
Pero quizás fue demasiado grande mi entusiasmo, he de reconocer que debo tragarme mis palabras. He cometido un gigantesco error, creer que aquí se podía hacer lo que no se puede hacer allá. Acá también hay vanguardia, y no se puede cuestionar. Me has dicho que ahora me consideras contra, porque he criticado y he escrito cosas malas contra “compañeros”, si te refieres a Sergio, se lo merece y todo era “a título personal”, ¿o fue mentira?, pero sospecho que podría tratarse de alguien, una sola persona del CNI a quien considero un peligroso charlatán. Pero no sólo, también me consideras contra por compartir en redes comentarios de gente que, aparentemente, están en una lista negra de la que yo desconocía su existencia, has asumido que por compartir comentarios de divulgación científica de Mauricio Schwarz, de algún modo eso significa una adhesión a sus simpatías políticas partidistas, me has amenazado con hacer que Sergio Rodríguez Lascano me “evidencie” como “contra”, apoyado en la extensión tramposa de esos “retuits”, lo que constituye una difamación a la luz de la razón, y decirle al público que yo soy de derecha, o contra.
Te desconozco. No creí que fueras capaz de decirme que harás que se tergiverse lo que escribo, y que fabricarás un hombre de paja para conseguir ejecutar una “fatwa” de ostracismo sólo porque no te gustó algo que escribí. Me dices que no puedes reconocer el contenido de lo que yo escribo, y lo que escriben quienes consideras tus enemigos, y eso significa que no estás prestando atención a uno ni a otro.
Me escandaliza que no puedas distinguir entre el “los zapatistas buscan la presidencia y trabajan para Peña para derrotar a Obrador” de Rodríguez Araujo, y mi “la propuesta se dice anticapitalista pero sus referencias al rescate del trabajo y del salario son contradictorias, hay que insistir en resolver esa contradicción pero no hay que dejar solos al EZLN-CNI en esta movilización”. ¿Eso me hace “contra”?
En cuanto a mis retuits, te voy a ahorrar el trabajo de tener que hacer funcionar el cerebro de Sergio para intentar “evidenciar” lo que de por sí no escondo y hago público sin empacho alguno:
No sólo sigo a Mauricio Schwarz, lo considero un buen divulgador de la ciencia que se lleva de calle a la mayor parte de charlatanes a quienes diste micrófono en los eventos del ConCiencias. No, no te culpo por la condición intelectual de los presentadores, como es sabido, la convocatoria fue abierta, y pues esos fueron los que respondieron, gente que habla de la ciencia como opresora que causa “epistemicidios” o que dicen que la teoría de la evolución es falsa por machista y colonialista. Afortunadamente durante ese evento se presentaron algunos científicos de verdad, y lo salvaron de ser un total fracaso.
No comparto con Schwarz sus opiniones políticas, pienso que en una gigantesca contradicción con lo racional de sus opiniones en ciencia y filosofía, en política ha adoptado la postura de un contreras cínico que se afilia a un partido político corrupto en oposición a la charlatanería de otro partido político corrupto.
Mientras que aún con las barbaridades anticientíficas que se difundieron en el ConCiencias (y ya desde antes en los Seminarios de Pensamiento Crítico contra la Hidra), el pretexto, bastante bueno he de reconocer, es que de todos modos se tiene que escuchar a todas las voces, y ver qué semillas dan y cuáles no. Pues lo mismo hago con mis lecturas, follows y retuits. De acuerdo a lo que me dices, yo no puedo aplicar eso, y seré condenado como derechista y “contra” por ver qué semillas dan y cuáles no, qué ideas buenas se rescatan y cuáles se descartan.
Me has dicho que lees lo que publico, pero de todos modos te ayudaré un poco con la lista de follows y retuits blasfemos que son evidencia de mi derechismo y que soy contra:
Sigo y doy retuit a Ayaan Hirsi Ali, mujer somalí víctima de ablación (mutilación genital femenina) en su infancia y en manos de su propia abuela, criada en el fundamentalismo islámico, escapó a Europa donde participó en el guion del cortometraje “Sumisión” (sobre la condición de explotación y dominación de la mujer en el islam), del cineasta Theo Van Gogh, quien sería asesinado con docenas de cuchilladas a plena luz del día a mitad de vía pública en Amsterdam por un fanático islamista con motivo de ese film.
Su experiencia como mujer sobreviviente del fundamentalismo islámico y sus opiniones sobre el valor de la libertad de expresión, así como su obra sobre la emancipación de la mujer musulmana son muy valiosos. Desafortundamente su asimilación a occidente se dio por la vía del conservadurismo partidista, donde llegó a ser parlamentaria. Aun así considero que hay elementos valiosos que pueden ser aprovechados.
Sigo y doy retuit a Sam Harris, desafiante del conservadurismo Cristiano norteamericano que dicta el ir y venir de la política de esa potencia de dominación y destrucción. Víctima de toda clase de difamaciones desde la reacción posmodernista gringa, su visión sobre el concilio de la espiritualidad en una mente sin dios (atea) es digna de tomarse en cuenta, recientemente tuvo una amplia conversación sobre el carácter violento del islam y sus ramificaciones reformistas con Maajid Nawaz, un exradical islamista que consiguió el perdón de occidente a través de la mediación política de las ONG’s. Esa conversación es especialmente valiosa porque Nawaz convence a Harris de que es posible la convivencia pacífica de la fe islámica con otros credos en organizaciones políticas seculares por medio de reformas simples en la interpretación del Corán, abriendo paso a un necesario intercambio de tolerancia que favorezca a los musulmanes. A pesar de ello, Harris sostiene posturas “derechistas” respecto al tratamiento de la seguridad interna norteamericana, especialmente en aeropuertos, mismas que han sido calificadas erróneamente como racistas, pero a las que se les puede aplicar una mejor crítica desde el marxismo. Supongo que seguir a Harris o Nawaz y dar retuit, me hace derechista y contra.
Soy lector apasionado del ensayista y periodista Christopher Hitchens, de filiación política socialista, al final de su vida fue consumido por el miedo al llamado “terrorismo islámico”, y fabricó una suerte de laberintos lógicos para desistirse de su inicial repudio a la primera Guerra del Golfo, con el objetivo de apoyar abiertamente la segunda. Este caso es delicado, porque lo valioso que he encontrado en esa postura, no fue el apoyo a la guerra (que considero inmoral, insustancial y mal argumentado), sino la genial argumentación a favor de tener una opinión independiente de la mayoría de la izquierda respecto a ese tema. Sin alcanzar a instrumentar un buen análisis de la realidad de la guerra, consiguió demostrar que las posturas de gente como Michael Moore o Noam Chomsky eran ilusorias, la oposición a esa guerra por parte de esa izquierda fue reaccionaria y masoquista. Esto me llevó a buscar mejores análisis y posturas como las levantadas por reducidos círculos anarquistas y socialistas que no tienen acceso a los medios tradicionales de comunicación. Pueden ya tildarme de derechista y contra por retuitear memes con frases anti-teístas de Hitchens, o por recomendar su libro en el que analiza la obra de otro traidor que debe estar en la lista negra: George Orwell.
La lista es larga, sé gentil con Sergio y adviértele que tendrá que encontrar un muy buen modo tramposo de hacerme ver de derecha por la lista de gente a la que sigo y doy retuit en redes sociales, porque yo quedaré como lo que soy, una persona abierta a opiniones de todo el espectro ideológico y político que sabe tomar lo que es útil y desechar lo que es malo. El buen Sergio quedará como un anacrónico fundamentalista de la izquierda anquilosada que no acepta ninguna opinión excepto la del eco de su propia voz en un cuarto vacío. Luego, tendrá otro trabajo por justificar: en qué parte de “un mundo donde quepan muchos mundos”, está la lista negra de “ok, dados los tuiteros de la siguiente lista, si los siguen y dan retuit, quedan fuera del mundo incluyente”.
Puedo facilitarles una lista de libros en mi casa que demuestre mi filiación de contra, o de derecha. Tengo La Biblia de Jerusalén, El Corán, obras de Althuser, Habermas, Nietzsche, Adorno, Aristóteles, Marx, Hitchens, Orwell, Kelsen, Mumford, Lukacs, Lefebvre, Aquino, Juan Pablo II, elijan, hay para inventar prácticamente cualquier cosa.
Vamos a ser claros, Sup:
Yo no me he metido con Sergio, él se metió conmigo; yo no te he buscado a ti, eres tú quien me ha buscado a mí; yo no he intentado someterte a mis modos o formas de entender el mundo, tú eres quien ha intentado controlar lo que publico en redes. Ni Sergio, ni tú, ni tu organización son víctimas mías, yo soy solo un hombre, tengo 39 años de edad, no porto armas, soy mexicano, no tengo afiliación con ningún partido político, ONG, ni organización político ni militar, no tengo empleo, solo tengo un puñado de amigos y mi familia más cercana. Tú, el líder armado de una organización político militar me ha enviado un mensaje amenazador ordenándome que me calle o seré víctima de una andanada de difamación acusándome de contra, eres tú quien está ejerciendo un poder abusivo e intimidador en contra de un simple individuo.
¿Sientes que eso es valentía? ¿Crees que eso es honorable? ¿Puedes decirme que las cosas que he escrito son falsas o que le provocan algún daño tangible y evidente a los pueblos zapatistas? ¿Es así como se llevará a cabo esta iniciativa, amenazando e intimidando a quienes emitan opiniones que no se entiendan o que sean críticas? ¿Me comunicaste que yo dije o ¿profeticé? que “ustedes se quedarían solos”? ¿Te refieres a mi reciente publicación aquí?
Veamos qué fue textualmente lo que escribí:
“…Puedes aceptar hasta cierto grado, como un aliciente a participar en contra de tus propias consideraciones, que además de la posibilidad de rectificación durante la marcha, o aún en el futuro no tan cercano, está el hecho de que dejando que anden solos, quedan más expuestos a la violencia de la represión, y que en la medida de la brutalidad de esa represión, se puede anular no solo lo que es, sino lo que puede llegar a ser ese movimiento…”
Se trata de una carta que escribo a otras personas que tiene dudas y severas críticas a la iniciativa (que las hay, y debería ser legítimo formularlas sin miedo), les estoy diciendo que dejar que ustedes caminen solos, es una forma de beneficiar a la represión. ¿Qué parte de eso encuentras ofensivo? ¿Qué parte de eso encuentras “contra”?
Todo lo que escribí ahí es, básicamente: “entiendo que la gente tenga dudas y críticas, pero aun así hay que apoyar la movilización y hacerla más diversa y numerosa”.
¿Soy “contra” por decir eso? ¿Soy contra por reconocer que hay personas que tienen dudas, críticas y que no saben si deben participar? ¿Soy contra por decirles que no tienen que renunciar a sus dudas ni a sus críticas y que deben apoyar, participar y organizarse? ¿Eso es ser contra? ¿De qué modo Sergio va a torcer lo que dije, bajo órdenes tuyas, para decir que soy contra? ¿No te bastan los enemigos que ya tienes, sientes la necesidad de fabricar nuevos buscándolos en Twitter y Facebook?
Cualquier cosa que he escrito, la puedo explicar todavía más a fondo y demostrar que me asiste la razón, ahí donde se me pruebe equivocado, encantado de la vida me retracto en público y honro a la verdad publicándola ampliamente.
Rechazo someterme a tus códigos de obediencia y silencio, de sumisión al mando o superior en la cadena organizacional, yo soy un hombre libre. No acepto las calificaciones de pecador o adúltero de un cura de la iglesia católica porque no pertenezco a ese credo y no me aplican sus leyes; no acepto la caracterización de impuro o cerdo que por ateo me asigna el islam, porque no tengo nada que ver con ese credo; no acepto las calificaciones de “contra” porque soy un rebelde que no acepta sumiso el golpe o escupitajo del superior en la organización, porque no soy militante.
Cualquier cosa de la que me quieras acusar, deberá ser sobre una base ética o moral común, y esa, supuestamente sería la que se construye en colectivo cuando se revolucione nuestra sociedad, y estarás de acuerdo conmigo, los militares no tendrán voz en su creación porque su objetivo es liberar y no mandar.
Con todo lo dicho, debo agregar, y no permito que sean usadas mis palabras sin este colofón, que sostengo mis críticas a la iniciativa y que aun con ellas, tengo la convicción de que la sociedad debe participar en ella, que es la más viable forma de organización y resistencia frente a eso que llamas “la tormenta que viene”. Sigo pensando que las comunidades zapatistas y su EZLN son lo mejor que le ha pasado al mundo en nuestros días, y que a pesar de tu torpeza, prepotencia y bipolaridad, eres un gran hombre… y quizás algún día llegues a ser uno bueno. Yo te perdono, el bien que has hecho cubre por mucho las injusticias que, como en mi caso, has llegado a cometer.
Hasta siempre.
Pepe.
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