María, ni rebelde ni libertaria

Ya he comentado previamente que los símbolos representan una idea a través de sus rasgos socialmente más aceptados como una convención, atrae de nuevo este tema mi atención debido a la falsificación que algunas personas, organizaciones e incluso pueblos hacen de la iconografía cristiana, particularmente de la Virgen María.

El mito de la concepción virginal del Mesías forma parte de un cuerpo de fábulas que son fundamento de los dogmas religiosos cristianos. Poco dicen las Escrituras del Nuevo Testamento sobre María, excepto el despótico trato que recibía de Jesús. Incluso el mito de la Asunción (de cuerpo y alma) no está ni remotamente mencionado en las Escrituras, sino que fue un invento originado en el siglo IV y que fue evolucionando hasta la versión moderna decretada por Pío XII en 1950 como “un dogma revelado por Dios el que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminando el curso de su vida terrenal, fue arrebatada en cuerpo y alma a la gloria celestial”. La construcción historiográfica de ese personaje y su significado en los dogmas del cristianismo han sido desarrollados durante los últimos 16 siglos no con pocas dificultades políticas por parte de teólogos por su constante acercamiento a posturas heréticas. Pero si podemos criticar la fabricación de la Virgen María como un concepto completamente artificial e inmoral, el uso que se ha hecho del personaje en la práctica es todavía más repugnante.

Peregrino postrado exhausto en el suelo. Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, Ciudad de México, México.

La imagen de la Virgen María tuvo un papel especialmente sucio en la sangrienta campaña de evangelización y destrucción cultural contra los pueblos originarios de América durante la guerra de conquista española. Sabemos que fue utilizada como figura sustituta de idolatría a cambio de las deidades nativas abolidas por los invasores. La asimilación cultural de la Virgen y su inevitable transformación tuvo la misma calidad libertaria para los pueblos sometidos como la que habían observado en su nueva ciudadanía los Cínicos durante el declive de la cultura griega por la dominación romana.

La silueta de la Virgen ha decorado estandartes de las vanguardias de todo tipo de ejércitos desde hace siglos, incluyendo a Cruzados medievales en medio oriente; en América primero con los conquistadores españoles, luego con los criollos independentistas y más recientemente con caciques revolucionarios; sin olvidar a las modernas milicias católicas serbias con estampas de la Virgen en las culatas de sus fusiles de asalto usadas durante su guerra de exterminio religioso contra los musulmanes.

La Virgen María es un personaje de las fábulas del Nuevo Testamento, su imagen y misticismo está definido y forma parte de la doctrina religiosa cristiana, la cual es un conjunto de creencias de lo sobrenatural con fines morales de sumisión y obediencia. Dibujar un paliacate o una máscara antigás sobre una representación gráfica suya no la hace rebelde ni libertaria, del mismo modo que pintar de rosa una esvástica nazi no la convierte en un símbolo de nada bueno.

Cualquier persona, organización o pueblo que forme parte de un movimiento social de izquierda que además porte un estandarte guadalupano, deberá su postura libertaria y rebelde a su racionalismo humanista y no a la iconografía del irracionalismo religioso, y consecuentemente su futura emancipación dependerá de su capacidad para sacudirse y eliminar la influencia religiosa de sus culturas del mismo modo en que puedan eliminar las prácticas políticas y económicas de dominación y competencia.