La banalidad de la crítica a la crítica occidental del velo islámico
Hoy aparece publicado en The Guardian un artículo titulado Hair is the western woman’s veil escrito por Arwa Mahdawi (no se dejen llevar por el nombre pensando que es una sufrida mujer musulmán que sabe de lo que escribe, se trata de una educada joven occidental de espléndido cabello largo que reside tanto en Nueva York como en Londres).
Lo que pretende en su artículo es trivializar el velo islámico a un asunto de modas, para entonces señalar que occidente tiene obsesión en contra del velo porque cubre el cabello femenino que es usado para tratar como objeto sexual a la mujer.
No voy a escribir sobre la cuestión del significado del cabello largo en la mujer occidental, no solo es tan ocioso como absurdo, sino que preferiría esperar a que la autora nos ilustre el uso que ella da a su hermosa cabellera larga, quizás la escuchemos confesar cómo le ha servido para obtener empleos o ser elegida sobre otras personas con más méritos para aparecer como comentarista de bobadas tecnológicas en televisión, de acuerdo a su propia versión de lo que es el uso del cabello largo en occidente.
El punto es que occidente no está obsesionado con el velo islámico porque quiera masturbarse observando el cabello femenino, como ridículamente sugiere Mahdawi, la preocupación en occidente tiene más que ver con el patriarcado islámico que concibe a la mujer como una propiedad más del hombre, la violencia que se esparce en todos los aspectos de sus vidas, la abolición de todos sus derechos, desde los reproductivos, de culto, de expresión, de elección de vestimenta o incluso el derecho a la vida.
La “obsesión” de occidente con el velo islámico es que su imposición proviene de la misma raíz barbárica que autoriza a los hombres a lapidar a una mujer en plena calle, que mutila sus genitales, que desintegra sus rostros en ácido, que las obliga a parir tantos hijos como su vientre resista…
Es muy sencillo y hasta divertido para Mahdawi (tal como expresó hoy mismo a través de Twitter) desde su vida como diva juvenil de medios de comunicación occidentales banalizar el pasmoso sufrimiento de sus hermanas musulmanas simplemente para tener material controvertido con qué escribir un artículo sobre el sexismo que ronda al cabello femenino.
Es indescriptiblemente obscena la equiparación de no-usar-velo con esclavizar al 50% de la población de un territorio cubriéndoles la cabeza, tapando sus bocas y usando sus cuerpos como máquinas incubadoras de su prole.
Si de algo puede acusarse con justicia a la cultura occidental es de crear mentes tan perturbadas y enajenadas como la de la propia Mahdawi.