A hombros de gigantes

A hombros de gigantes

Soy un autodidacta en matemáticas, física y astronomía, me atrae especialmente su historia, lo cual admito que es bastante divergente respecto del área de interés de mi formación profesional, que es la abogacía, cuya práctica considero más como un oficio un poco menos noble que el de sepulturero, aunque la crítica a su teoría me ha ayudado a comprender qué es el Estado tal como fue concebido por sus fundadores.

La historia de la física es fascinante, por supuesto que no la uso con el fin de obtener citas de personajes importantes, sacarlas de contexto y golpearlas con un mazo para hacerlas caber en algún discurso mal formado que esté tratando de justificar por medio de falacias de autoridad. Más bien me interesa porque en esas historias descubro cuán difíciles de transitar son los caminos del desarrollo del pensamiento científico, el escepticismo y en general del pensamiento crítico.

Está el caso ejemplar de Isaac Newton y Robert Hooke. La relación de estos dos hombres estuvo plagada de envidias, plagios, resentimientos y boicots que afectaron enormemente el avance científico al grado que la colaboración que pudo desarrollar aún más los trabajos de óptica de Newton quedaron atascados y se vio en peligro la mismísima publicación del segundo y tercer libro de “Principios Matemáticos de la Filosofía Natural” (Principia).

Los sentimientos de inferioridad de Hooke colisionaron violentamente con el orgullo de Newton, el conflicto fue todavía más grande que la conocida rivalidad por el crédito en la autoría del Cálculo entre el propio Newton y Leibniz. La famosa frase de Newton: “Si yo he sido capaz de ver más allá, es porque me encontraba sentado sobre los hombros de unos Gigantes”, que podría ser interpretada como el más noble reconocimiento de humildad frente al trabajo de otros desde los cuales ha desarrollado el propio, en realidad proviene de una carta dirigida a Hooke en la que respondía al reclamo por haber sido borrado de todo crédito por sus aportaciones a la obra de Newton; el párrafo completo dice:

Lo que Descartes hizo fue un paso importante. Usted ha añadido mucho de distintas maneras, especialmente al tomar en consideración filosófica los colores de unas láminas muy finas. Si yo he sido capaz de ver más allá, es porque me encontraba sentado sobre los hombros de unos Gigantes.

Se trata de una burla a la dimensión de la aportación de Hooke a la óptica y “Gigantes” en mayúsculas es una referencia directa a la estatura y deformidad en la espalda que padecía Hooke. La enfermiza animadversión que ambos personajes se profesaban, provocó que Hooke, en la dirección de la Royal Society, redujera al mínimo el tiraje y difusión de Principia; Newton por su parte se recluyó intimidado por el poder de Hooke, retrasó la publicación de las siguientes entregas de la obra y no fue sino hasta después de la muerte de su némesis, cuando él mismo tomó posesión de la dirección de la institución, que se decidiría a publicar su tratado de óptica.

La cita “sobre hombros de gigantes” de todas formas sigue siendo una referencia válida a que cualquier mérito individual sólo es posible como parte del gran colectivo que es la Humanidad. Aunque si lo pensamos un poco más, es algo redundante, porque ya sabemos que toda idea proviene de acrecentar o destruir otra que estaba antes. Ese gran colectivo creador trasciende los límites temporales de la vida de los individuos, las fronteras de los territorios en los que habitan, así como las particularidades de las historias personales o tribales de cualquier tipo.

El estudio de estos detalles históricos nos permiten desechar la romántica e irreal visión de que el conocimiento científico o que los frutos del pensamiento crítico SÓLO pueden darse “en colectivo”, entendiendo colectivo como una asociación de personas definida temporal y físicamente, es cierto que bajo ciertas circunstancias dos cabezas piensan mejor que una, pero no exageremos, no se puede decir que un pensamiento crítico o científico SÓLO puede darse si es colectivo, sin afirmar en consecuencia y contra toda evidencia tangible, que los pensamientos individuales “no existen” o que “no valen”, eso es tan ridículo como absurdo.

Claro que Newton desarrolló sus estudios usando el trabajo de Hooke y Leibniz, pero ni por accidente podemos decir que ellos fuesen un “colectivo”, toda evidencia histórica demuestra que no sólo no eran un equipo, sino que eran rivales a muerte. A pesar de ello, nacieron el Cálculo, las leyes del movimiento, de la gravitación universal y de la óptica. Así que sería buena idea que demos un poco de crédito a esos individuos a pesar de sus terribles personalidades, y relajemos nuestros impulsos por dar plusvalor a nuestros esfuerzos colectivos a costa de vilipendiar y negar el valor de los esfuerzos individuales, cada uno puede llegar a tener importancia en su respectivo contexto.

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José Villaseñor Montfort
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Soy Asociado de TI Certificado por The Linux Foundation y Especialista en LegalTech y Transformación Digital por la Universidad Internacional de La Rioja. Tengo experiencia en temas de accesibilidad web, administración de Linux y DevOps.

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