Doble desvalorización
¿Cuál es la causa más profunda de las crisis económicas? Se dice con frecuencia que el valor producido no puede ser realizado por la falta del poder adquisitivo. Pero, ¿Por qué hay tan poco poder adquisitivo? Porque en realidad se produce muy poco valor y, por tanto, los salarios y los ajustados beneficios son demasiado reducidos. ¿Y, por qué se produce tan poco valor? Porque la competencia en el mercado mundial, a través del desarrollo tecnológico y de los programas de reducción de costos de la economía empresarial, hacen devenir innecesaria la fuerza de trabajo. Pero es precisamente la fuerza de trabajo, como parte del capital, la única capaz de producir un nuevo valor. Por tanto la no necesitada fuerza de trabajo no solamente es un problema para los afectados sino también para el sistema capitalista.
La crisis empieza por tanto como la desvalorización del trabajo. Pero si con menos fuerza de trabajo se pueden producir cada vez más mercancías, también el valor de éstas disminuye. Y como hay menos valor para ser distribuido en competencia, surgen excesos de capacidades productivas. De tal manera que los productos también se desvalorizan. Cada vez más empresas quiebran o tienen que cerrar las fábricas, cuyo verdadero capital (los equipos o medios de producción) también sucumben a la desvalorización. Si no hay nuevos productos que consigan movilizar nuevas fuerzas de trabajo, la crisis alcanza una nueva espiral de desvalorización.
De hecho, hoy estamos enfrentados a un proceso de desvalorización en todo el mundo. La crisis se ha ido acentuando. Burbujas de la deuda y de financiación parecían poder producir nuevos valores infinitamente, aun sin utilizar nuevas fuerzas de trabajo. Desde que el capital monetario, en gran medida “sin más trabajo” comenzó a desvalorizarse en crash financieros o crisis de la deuda, los bancos centrales corrieron para tapar los agujeros. En todo el mundo se inyectaba al sistema bancario, dinero creado de la nada, en plazos cada vez más largos. El BCE aumentó el préstamo a plazo, primero, hasta tres meses para el primer año y luego para los tres años, y con estos tiempos de plazo distribuyeron para los bancos más de mil millones de euros en dos tramos durante un trimestre. La mayor parte de este dinero fue para ocultar la desvalorización de los préstamos impagados, para poner a flote los balances de los bancos y de las empresas en dificultades y para hacer subir el precio de las acciones bursátiles. Con ello se ha creado en enorme potencial inflacionario que por ahora permanece en la superestructura financiera.
Por otro lado, el nivel de contención de la desvalorización de los títulos de deuda o valores inmobiliarios no es por sí solo suficiente para aliviar la depreciación del componente real del capital. En la Unión Europea el desempleo ha alcanzado el nivel más alto desde la postguerra. La economía de los Estados endeudados socava y amenaza con arrastrar consigo a la estructura económica mundial. Quiebras a gran escala como la de la cadena de droguerías como Schlecker anuncian un nuevo brote de depreciación del capital real. La industria automovilística francesa está en la cuerda floja y en Alemania la Opel está nuevamente en necesidad de ayuda.
Pero tan pronto como el flujo de dinero de los bancos centrales para el rescate de los balances se transforma como la solución real, se dispara el potencial inflacionista. Como la crisis se ha venido desarrollando durante largo tiempo, puede ocurrir incluso, por primera vez en la historia del capitalismo, una desvalorización simultánea tanto del dinero en sí mismo, como de una gran parte del capital (mercancías, medios de producción, fuerza de trabajo). Esta doble desvalorización significaría la representación histórica de la quiebra del “modo de producción basada en la teoría del valor” (Marx) en su conjunto, por ya no poder continuar dando soporte a ninguna forma de reproducción social.
Texto original “Doppelte Entwertung”
Publicado en Neues Deutschland (05/03/2012)