Los vencedores perplejos Nunca hubo tanto final. Con el derrumbamiento del realsocialismo, toda una época desaparece y deviene historia. La familiar constelación social mundial de la postguerra se disuelve ante nuestros ojos a una velocidad increíble. Toda una era se ha extinguido; sin embargo, la pregunta apremia: ¿cuál, en realidad? Desde la perspectiva del más bien subprivilegiado conflicto Este-Oeste, puede parecer a primera vista que el Oeste ha vencido, como si su sistema hubiese mostrado ser el mejor.
El honor perdido del trabajo El socialismo de los productores como imposibilidad lógica Robert Kurz —Segunda y última parte— Original alemán: “Die verlorene Ehre der Arbeit”, en revista Krisis no 10, Erlangen, 1991. Disponible en www.krisis.org, así como la versión italiana, “L’onore perduto del lavoro”, Manifesto Libri, Roma, 1994. Versión portuguesa, “A honra perdida do trabalho”, en Grupo Krisis http://planeta.clix.pt/obeco, 29.11.02. Traducción del portugués al español: Round Desk.
La categoría de «intercambio» Tal vez en ningún otro punto se vuelva tan nítido el carácter burgués del marxismo del movimiento obrero, incluso del aparentemente más radical, como en la cuestión del «intercambio» en la ambicionada sociedad socialista supuestamente no-burguesa.
El honor perdido del trabajo El socialismo de los productores como imposibilidad lógica Robert Kurz —Primera parte— Original alemán: “Die verlorene Ehre der Arbeit”, en revista Krisis no 10, Erlangen, 1991. Disponible en www.krisis.org, así como la versión italiana, “L’onore perduto del lavoro”, Manifesto Libri, Roma, 1994. Versión portuguesa, “A honra perdida do trabalho”, en Grupo Krisis http://planeta.clix.pt/obeco, 29.11.02. Traducción del portugués al español: Round Desk.
La ontología del trabajo No es posible socialismo alguno en los horizontes de la ontología del trabajo, o sea que la forma de mercancía de la reproducción social sólo puede ser superada juntamente con el «trabajo».
Justicia es, básicamente, dar a cada quién lo que le corresponda. Tratándose del Estado, la justicia se realiza a través de la ley, pero la justicia no está encadenada a ella en una relación de necesidad, ya que le precede, es un principio moral (distinción entre el bien y el mal). La justicia puede obtenerse por distintos medios, quizás algunos de ellos incluso podrían resultar ilícitos cuando la ley es contraria a la justicia o su aplicación la entorpece o niega.
El respeto es definido como la consideración que se tiene sobre el valor de alguien o algo, frecuentemente es concebido como una relación recíproca de reconocimiento del valor del otro. En una extensión más compleja la reciprocidad es lo que engendra la moral y los derechos, de modo que para algunas teorías políticas modernas (Honneth), el respeto sería fundamento de la justicia.
Como con muchas otras palabras de nuestro idioma, hemos pervertido su significado y lo modificamos a una suerte de carta comodín para invocar un tabú, establecer una prohibición de mención, demarcar una zona libre de crítica.
Les comparto este artículo de Javier Hernandez Alpizar, no porque lo suscriba, sino porque es un buen ejemplo de qué pasa cuando las buenas intenciones salen mal.
Las observaciones que hace pueden reducirse básicamente a dos puntos: haciendo un malabarismo con algo de espagueti de historia quiere establecer que el vandalismo contra una puerta no hace la revolución (eso es a lo que llamamos “profundancia”, es decir, una observación verdadera pero trivial); y por otro lado la insistencia sin fundamento racional de aplicar el principio de presunción de culpabilidad de ser agentes pagados sobre aquellas personas de las que no se sepa quiénes son, como oposición a no ser “ingenuos”.
Cuál sería para ustedes el caso de seguir mis publicaciones si no es para divagar junto conmigo en algún momento sobre algún tema que es totalmente intrascendente en la gran e importante agenda de asuntos nacionales que ocupa la mayor parte de nuestra atención.
Así que estoy casi seguro que ustedes, como yo, disfrutarán distraerse un par de minutos reflexionando sobre esa acusación que al menos yo he recibido en más de una ocasión: el ser soberbio.
Se le armó el escándalo a la escandalosa organización de escándalos mediáticos FEMEN, al publicar hace unos días una reproducción editada de la Olympia de Manet, bastante desagradable a la percepción estética contemporánea por la doncella de piel negra que sirve a la prostituta desnuda del cuadro. La marca de FEMEN sobre la piel del personaje blanco reza: “Fuck your moral”.
Pero eso en realidad es una pifia minúscula en comparación con algunas otras de sus acciones.