SCJN: Amparo Directo en Revisión 4865/2018
Monreal Castorena Fátima
Nieves Pedraza Miguel Antonio
Padilla Romero María Aidee
Sallard López Ramón Alfonso
El objetivo principal de este trabajo es determinar si la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se ajustó a los estándares requeridos para realizar una restricción adecuada al derecho de libertad de expresión, en un caso iniciado por discriminación.
1. Antecedentes del caso.
El primer día que el quejoso se presentó a laborar como jefe de facturación en la empresa que lo había contratado, ostentó una suástica o cruz esvástica tatuada de manera visible en el cuello.
Ha golpeado al avispero de la reacción el cobarde y monstruoso ataque armado del pasado 7 de enero de 2015 a la redacción de la pequeña revista francesa de sátira caricaturizada Charlie Hebdo en donde fueron heridas 11 personas y asesinaron a 10 integrantes del equipo, un escolta y un uniformado de la policía parisina.
![Oficinas de Charlie Hebdo tras el ataque](http://localhost:8000/wp-content/uploads/2016/03/10897778_870767486318733_4545992629524763366_n-1.jpg)Oficinas de Charlie Hebdo tras el ataqueLa premura con la que muchos sectores en todo el mundo se han pronunciado ante el evento es una revelación espontánea del estado de estancamiento y pudrición de la filosofía moderna que hace prácticamente indistinguibles los discursos de la izquierda de los de la derecha.
Salman Rushdie es uno de los más importantes escritores de nuestro tiempo y quizás de los más detestados por los cardúmenes de pirañas envidiosas que nadan alrededor del mundo de la literatura, pero esas criaturas no son de temer. El mayor peligro que enfrenta el escritor es el que promulgó en 1998 el ahora extinto Ayatollah Ruhollah Komeini, quien fue el máximo líder político y religioso de la revolución islámica en Irán (1979), una fatua o sentencia que ordenaba a todo fiel musulmán en cualquier parte del mundo asesinar a Rushdie y a sus editores.
Son extraordinarias las ocasiones en las que me he encontrado interpretando el papel de abogado del diablo, señor Juez, y ésta en particular, debo confesar ante su ilustrada presencia, es una que ejecuto con particular entusiasmo.
De pie saludo respetuosamente a los espectadores en la tribuna que ingenuamente creen que son otros y no ellos a quienes deben temblar las rodillas por el esfuerzo de mantenerse estáticos al borde de la viga que los sostiene sobre el vacío, pero solo temporalmente antes que la soga que tienen enredada al cuello sustituya violentamente dicha función.