Por José Villaseñor C.
Trabajo de investigación concluido en 2002 en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Introducción La Ley Federal del Trabajo de 1931 es la culminación de un largo recorrido que se inició con la salida de Porfirio Díaz en mayo de 1911. La agitación social penetró la esfera política impulsando los afanes antireeleccionistas y logrando concientizar sobre la necesidad de cambio político a sectores amplios de la sociedad de aquella época.
Después del hundimiento de los socialismos de Estado, el capitalismo ha dado la vuelta a la conocida sentencia marxista del sepulturero y la ha integrado en su repertorio. Pero si por enésima vez se vuelve a cavar una fosa para la teoría de Marx, lo que la ciencia académica oficial entierra es con toda seguridad el cadáver equivocado. Aunque haya sido desguazada para fines de legitimación por las dictaduras burocráticas de los socialismos de Estado, si nos atenemos a su auténtico contenido la obra de Marx no representa una teoría positiva de la “construcción del socialismo”, sino muy al contrario una teoría negativa de las crisis del sistema productor de mercancías.