La mezquindad infame cultivada por el propio capitalismo ha prohijado este tipo de discursos, no hay distinción entre clases sociales, ni entre opresores y oprimidos, nos hunde en el odio tribal nacionalista, —malditos gringos, malditos ingleses, malditos franceses, fueron los norteamericanos, fueron los franceses—. No hay solidaridad entre pueblos, no hay empatía, no hay dolor, no hay humanidad.
La demostración que hace Bernardo a continuación con las experiencias alemana, italiana, húngara, rumana y española, confirma la validez de su propuesta, con una aclaración importante de su parte: el cuadro sólo sirve para definir los tipos de movimientos fascistas, pero no sus triunfos o derrotas; y otra más, los fascistas sólo accedieron al poder cuando la articulación de los dos ejes institucionales tuvo como fondo el bloqueo del desarrollo económico en sus países.
El linchamiento contra la libertad de expresión pretende convertirse en el fin de su historia, es tanto la oposición a su realización liberal, como la negativa a su superación dialéctica. Todo ataque contra ella en estos momentos se ha ubicado en la reacción del totalitarismo despótico de la apología religiosa por un lado, o de la reacción nihilista que la desprecia por ser, de los instrumentos revolucionarios, el más poderoso, y para comprender ese potencial es importante notar cuál es su origen.
Como con muchas otras palabras de nuestro idioma, hemos pervertido su significado y lo modificamos a una suerte de carta comodín para invocar un tabú, establecer una prohibición de mención, demarcar una zona libre de crítica.
La palabra soberbia proviene del latín superbia, un sustantivo que significa orgullo o pomposidad, conceptos vinculados con la vanidad en esa lengua muerta, el significado en nuestros días no dista mucho de eso.
En los últimos días ha habido un gran alboroto en los Estados Unidos a raíz de entrevistas en CNN al estudioso de temas religiosos Reza Aslan, y por una discusión entre el conductor Bill Maher y el filósofo Sam Harris contra el actor Ben Affleck en el canal HBO.
En todo el artículo relata la ya conocida abyección de Hugo Chávez a la cristiandad, su ignorante creencia en los misterios religiosos, cómo sus políticas de gobierno eran inspiradas en el Nuevo Testamento de la Biblia, o cómo gobernaba con un crucifijo en la mano.
No puedo imaginar algo más malévolo que usar la autoridad eclesiástica para manipular el miedo a lo sobrenatural y así intentar apaciguar la rabia y la lucha por justicia de los padres de los niños de la Guardería ABC…
He de recapitular la presentación de los inculpados y la exposición de acusaciones para quienes acaban de llegar interrumpiendo este solemne Juicio…
Lo que pretende en su artículo es trivializar el velo islámico a un asunto de modas, para entonces señalar que occidente tiene obsesión en contra del velo porque cubre el cabello femenino que es usado para tratar como objeto sexual a la mujer.